¿Qué es el amor verdadero?


El amor no tiene límites

 

El amor posible y real está íntimamente emparentado con lo que en el lenguaje cotidiano podríamos enunciar como “querer mucho a alguien”, y que simplificado se puede definir como la sencilla y comprometida manifestación del “más puro interés que alguien es capaz de sentir por otra persona”.
Y que quede claro que digo “sencilla” no para restarle importancia, sino para restarle solemnidad y para que todos podamos entender la magia y presencia de este sentimiento en la vida de todos.
La persona que se ocupa de ti, la que se alegra con tus logros, la que respeta tus elecciones... sin lugar a dudas te quiere
Dicho de otra manera: la persona que se ocupa de ti y siente que le importas, la que se alegra con tus logros y te acompaña en un momento difícil, la que respeta tus tiempos y tus elecciones... sin lugar a dudas te quiere, aunque a veces te diga que no, aunque nunca piense seriamente en suicidarse si te va mal en lo que tú más deseas, y aunque algún día no te elija para compartir alguno de sus proyectos.

Claro que esta definición de los límites del amor, solo puede conformar a los que sabemos que necesitamos de los otros, de su presencia y de su ayuda, pero jamás los responsabilizamos de nuestras vidas, de nuestros éxitos ni de nuestros estados anímicos. Y por supuesto, esta mirada nunca será suficiente para aquellos que prefieren concederle a otros el poder de hacerles enojar, de hacerles llorar o de hacerles felices, porque no quieren aceptar que son los responsables de sus vidas.

Es verdad que no somos autosuficientes, pero es nuestro compromiso aprender a amar adultamente, comprender la diferencia entre pedir y exigir, aceptar que el otro puede no tener o no querer darnos lo que hoy necesitamos, y aprender la diferencia que existe entre renunciar y sacrificarse.
Todos los filósofos, pensadores y terapeutas de la historia han creado su propia definición del amor. Hasta yo, sin ser nada de eso, tengo la mía:
“Mi amor es la sincera decisión y la consecuente acción de crear un espacio de libertad para la persona amada. Un espacio tan grande y no condicionado como para que ella pueda elegir lo que desee, aun cuando su decisión no sea la que más me favorezca, aun cuando su elección no me incluya.”
Se ajuste o no esta definición a la que anida en ti y determina tu forma de relacionarte, lo cierto es que conseguir no depender de los demás es, sin lugar a dudas, uno de los grandes desafíos de los que luchamos diariamente por una vida plena, es decir, de los que pretendemos ser felices; de los que sabemos que no declararse pendiente de la mirada del otro, de su aprobación o de su aplauso, tiene costos, y que estamos dispuestos a pagarlos, aunque no son para nada baratos.

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